A 45 años de la computadora del Toto

Si San Lorenzo ganaba esa noche se consagraba campeón. Lo hacía con un gol de la “oveja” Telch, pero a falta de solo un minuto Ibañez le dio el empate a los bohemios que mantuvo el suspenso. 48 horas después mientras San Lorenzo jugaba un amistoso en Misiones (con victoria por 4 a 1 ante el Jorge Brown local) River y Racing igualaban, resultado que terminó de consagrar al Ciclón como el ganador del Metropolitano.

Aquel equipo de San Lorenzo hacía un gol, cerraba los partidos y nadie lo podía igualar. Jugaba con un esquema 4-5-1, en el que el solitario delantero “ratón” Ayala con su velocidad y oportunismo era la carta segura de triunfo. En el medio Cocco, Telch y Chazarreta eran relojes, apuntalados por la marca férrea de Espósito y la solidez defensiva de Rezza, Rosl, Glaría y Heredia. Todos una garantía de confianza. En los palos siempre presente el “mono” Irusta.

“Fue un equipo modelado por Lorenzo (recuerda Victorio Cocco). La estrategia era marcar y jugar con hombres justos para cada función. El Toto lo manejó con mucha categoría. Me costó entrar en el equipo. Recuerdo un golazo a Boca que le hice en la bombonera (3 a 0). También otro frente a Banfield, cabeceando por arriba de Lavolpe. Fue un gran campeón, nadie le regaló nada”.

“Ese equipo era un relojito (cuenta el hueso Glaría). Lorenzo tuvo mucho que ver con el funcionamiento. Trabajaba sobre la psiquis del jugador. Una vez me dijo: si el once llega a hacer un gol a usted lo saco. Me banqué 29 fechas sin que un puntero izquierdo nos metiera un gol. Así motivaba a todo el mundo”.

“Yo me había retirado hacía un año en Brasil (cuenta José Sanfilippo), pero un amigo me convenció de volver y me junté con Valiño (el presidente) que me tentó para volver. Tenía 37 años y al principio fue todo duro, pero llegó Lorenzo encarriló todo y empecé a ir fenómeno. Hice 6 goles en 8 partidos. Me entendía fenómeno con Fischer, lástima que se fue a Brasil. De la mitad del torneo para adelante, San Lorenzo se estructuró muy bien defensivamente y se hizo sólido en el medio de la cancha. Daba la impresión que era imbatible”.