"Trato de apartarme de lo que se dice porque a veces te marea"

Conocé la historia de Adolfo Gaich, el juvenil que reemplazó a Blandi tras su lesión y ya tiene dos goles en Primera. "Uno siempre sueña con cumplir objetivos en el club de sus amores", asegura.

El juvenil tiene 19 años y fue citado nuevamente a la Selección Sub 20.

El juvenil tiene 19 años y fue citado nuevamente a la Selección Sub 20.

Hay un momento que Guillermo Gaich no olvida. Porque lo marcó. No sólo está grabado en su memoria: también en su corazón. Su historia se forjó a más de 600 kilómetros de Boedo, el barrio en el que nació su San Lorenzo. Y, pese a que siempre estuvo envuelto en banderas azulgranas, le llevó unos cuantos años conocer el Bidegain. Por eso, el día que subió los escalones de la popular, le temblaban las piernas. Aunque no tanto como la voz cuando gritaba los goles del Beto Acosta.

Con el correr de los años desconfiaba de la chance de repetir ese instante que, para él, fue inigualable. Hasta que algo lo reemplazó. Sucede que Adolfo, su hijo, deslumbró a los captadores cuervos en Villa Reducción (Córdoba) a pocos metros de su Bengolea natal. Y, en 2015, se incorporó a las filas del CASLA. “Desde que recuerdo ya estaba pateando pelotas. Aparte mi papá, que se pone loco cuando ve un partido, me pasó el amor por el club”, le cuenta a Mundo Azulgrana el juvenil, de 19 años.

Y no le falló. Al año siguiente se consagró campeón con la Sexta, donde marcó 22 goles y en 2017 ya integraba el equipo de la Reserva. Incluso, sus gritos se escucharon desde el otro lado del Atlántico: mientras varios clubes del exterior empezaban a familiarizarse con su apellido, el delantero seguía desgarrando gargantas en L’Alcúdia, donde se coronó con la Sub 20.

Sin embargo, su verdadero sueño se cumplió el 27 de agosto cuando, en el duelo ante Unión en Santa Fe, realizó su debut en Primera. Desde ahí, no dejó de sumar minutos: acumula siete partidos en la máxima categoría, de los cuales fue titular en tres. De hecho, convirtió dos tantos: “Ahí empecé a tomar conciencia de lo que era este sueño y de cuánto luchamos con mi familia”. Porque, cuando llegó, debió quedarse en la pensión, un lugar en que “te hace madurar mucho”, como describe.

Hoy, ante la lesión de Blandi, Adolfo tiene el difícil desafío de ocupar su lugar. Sin embargo, el artillero creció acostumbrado a la exigencia.

-Con tu papá profesor ya estás entrenado…

-(Risas) Sí, da clases en el colegio al que iba yo. Cuando lo tuve me obligaba a hacer cosas de más para que no parezca que era el hijo. Después, cuando llegaba a casa, era distinta la cosa.

-Ahora tenés una responsabilidad mayor: reemplazar al capitán. ¿Cómo la manejás?

-Trato de llevarlo con tranquilidad. Nico es un gran tipo. Soy de hablar bastante con él, con Reniero… Con todos en realidad. Siempre saben aconsejarme y me dan su apoyo. Eso te reconforta. Lo que pasa también es que este puesto es exigente, porque Blandi es una de las figuras del equipo.

-¿Qué te dicen cuando hablás con ellos?

-Que siga mejorando, que trabaje y le dé para adelante, porque este camino es largo y hay que saber aprovecharlo. Me llevo muy bien con todos los del plantel. Después del gol me felicitaron y me dieron su apoyo. Eso te da confianza.

-Mal no te fue…

-(Sonríe) Lo que estoy viviendo es muy lindo. Estoy tranquilo, pero siempre con la responsabilidad que se merece. Ahora queda, a nivel personal, tratar de seguir ganando minutos en las dos competencias Y, en lo colectivo, llegar lo más alto posible… Pasa que uno siempre sueña con cumplir objetivos en el club de sus amores. Aparte, tenemos plantel para pelear muchas cosas.

-En las redes surgieron varios apodos. ¿Les prestás atención?

-Un poco leo, pero trato de apartarme porque a veces no ayuda mucho… Te mareás. A las cosas lindas y con buena onda las leo. Después, los chicos me cargan con lo de Lewandowski y me río. Siempre fue uno de lo que más me gustó. Ojalá algún día me parezca un poco a él.

 

 

Giuliana Pasquali

@giulipsl

Periodista deportiva con experiencia en Diario Olé, medios de prensa y partidarios.

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