Mi Perro dinamita

No lo pueden parar. Corre y se mueve de manera indescifrable como un caniche frenético. Saca ventaja de su contextura inferior a la de la media de los jugadores para escabullirse. Los rivales no quieren tirarle patadas porque es difícil acertar; prefieren zamarrearlo del hombro o de la camiseta para frenarlo y que no se escape de cara al arco. Nahuel Barrios está intratable y en el clásico contra Boca fue el mejor de todos. Por eso se ganó una gran ovación.

“Es algo soñado, algo muy lindo que me ovacione la gente. Siempre lo soñe, desde las inferiores. Estoy desde los 10 años acá y me pone muy feliz esto”, dijo el creativo azulgrana al que solamente le faltó el gol en el 1-0 del domingo en el Nuevo Gasómetro, que le regaló una lluvia de aplausos cuando el Gallego Insua lo sacó ya en tiempo de descuento por Gonzalo Maroni.

Barrios hizo 5 gambetas exitosas. Ganó 12 duelos individuales. Dio 27 pases en campo rival. Y fue el que más faltas recibió: 6, según las estadísticas de @dataref_ar. Nadie hizo más que él sobre el césped en la tarde dominguera en la que el Ciclón volvió a hacer pesar su paternidad histórica.

No es casual ni algo de un solo partido. El Perrito es pura dinamita hace rato. Fue también la figura en el estreno de la Copa Sudamericana en Mérida ante Estudiantes. Desde los seis minutos el equipo estuvo ese encuentro en Venezuela con uno menos. Y Barrios entró por la lesión de Agustín Martegani a los 10. Fue un problema sin solución para los rivales. No paró de correr un minuto. El dato llamativo es que esa noche, Barrios tenía fiebre porque era víctima de un cuadro gripal.

Con gol y asistencia incluidos, también fue de los puntos más altos en el triunfo contra Atlético en Tucumán. Y el 10 azul y rojo lo volvió a hacer ante el Xeneize. Arrancó como doble cinco y del medio hacia la izquierda se las rebuscó para generar y conectar con Malcom Braida y Leguizamón. Luego, cuando Carlos Sánchez pasó al círculo central, el Perrito se adelantó para quedar más cerca al área. De una u otra manera, no hubo quién pudiera con su velocidad y gambeta corta.

“Hoy tengo revancha acá. Ruben me está dando una oportunidad muy grande y yo trato de aprovecharla partido tras partido”, expresó Nahuel. Y agregó: “Se nos dio la victoria. Jugamos como teníamos que jugar un clásico. Mis compañeros hicieron un esfuerzo bárbaro. Le dimos una victoria a la gente, se la merecen”.

El chiquilín que esquibaba los vicios en el potrero del Docke, ahora despliega todo su fútbol sin perder esa esencia con la camiseta de San Lorenzo. Mi perro dinamita.

Por @LanzillottaOk