Polémico adiós a una figura tradicional de las canchas

Atomik

Polémico adiós a una figura tradicional de las canchas

La antipática decisión de la dirección de árbitros de convertir a los queridos alcanza pelotas en figuras decorativas limitadas y sin asistencia a los jugadores, termina por sentenciar prácticamente su existencia.

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La decisión de la dirección de árbitros de convertir a los queridos alcanzapelotas en figuras decorativas limitadas y sin asistencia a los jugadores, termina por sentenciar prácticamente su existencia.

Ya no veremos aquellas “avivadas” criollas del folklore del fútbol, algunas espontáneas u otras agitadas por algunos técnicos que nos permitieron mover rápido para ganar un partido o perder otro. Tampoco a algún que otro jovencito molesto que no alcance el balón a los protagonistas del juego. Ni tampoco disfrutarán los chicos de inferiores pasarle la pelota a sus ídolos de la primera. El dolor de una tradición que se termina.

“Vamos, vamos chaval” le dijo en octubre del año pasado Muniain al joven alcanzapelotas Tobías González que sacó rápido una pelota que sobraba en el campo de juego para que San Lorenzo continuara con la jugada y esa acción derivara en el 1 a 0 a Barracas, en un partido jugado con un clima de guerra. Todo eso ya es una anécdota.

Es imposible no acordarse de la angustiosa campaña del Torneo Clausura 2012, cuando San Lorenzo evitó el descenso en esa promoción a doble partido contra Instituto de Córdoba, con el protagonismo adquirido por el colorado Franco Robledo, un servidor de la raya a las órdenes de Ricardo Caruso Lombardi.

Robledo, un chico por entonces de 16 años que jugaba como defensor en las inferiores fue descubierto por Caruso, que lo utilizó para molestar o “mufar” a los rivales con su cabellera colorada. El hechizo cumplió su propósito y Robledo pasó a la historia con su famosa foto en la tapa de Olé alzado por Caruso. En el fútbol sin embargo no lo acompaño la suerte.

Los memoriosos del tablón recordarán aquel durísimo año 1980, cuando ante una campaña paupérrima en el Metropolitano y apremiados por mantener la categoría, varios barras del Ciclón actuaron disfrazados de alcanzapelotas para amedrentar rivales. Famoso es el partido en el que sobre el final del campeonato se obtuvo un triunfo clave y ajustado ante Newells por 2 a 1 (dos goles del "perro" Torres).

Aquella jornada y cuando parecía que los leprosos convertían el gol, un “alcanzapelotas del tablón” se puso al lado del arquero Mendoza para atajar él también, situación que confundió al rival al ver a dos arqueros y fallar una clara ocasión. El Ciclón se salvó y los muchachos (entre los cuales estaba el famoso Alfredo Gatti) aportaron su granito de arena.