Epszteyn difunde su proyecto
El legislador, especialista en el código de Planeamiento Urbano, destaca la necesidad de la "reconstrucción del Estadio de San Lorenzo". Mañana a las 18 se espera una multitud.
A continuación, te detallamos íntegramente el proyecto del legislador Eduardo Epszteyn.
Proyecto de Ley
Artículo 1°- Declárese de utilidad pública, en los términos de la Ley 238, el inmueble ubicado en la Avenida La Plata 1.624, entre Las Casas e Inclán, Nomenclatura Catastral: Circunscripción 1, Sección 38, Manzana 137, Parcela OFRH. con todas sus instalaciones.
Artículo 2°- La fracción identificada como Circunscripción 1, Sección 38, Manzana 137, Parcela OFRH del inmueble citado en el artículo 1º será destinada, como Reparación Histórica, al funcionamiento del Club Atlético San Lorenzo de Almagro, y a un polideportivo municipal destinado a natatorio y otras actividades deportivas y recreativas al aire libre.
Artículo 3º - La determinación del precio del terreno sujeto a expropiación, se hará de acuerdo a lo establecido por el artículo 10º de la Ley 238.
Artículo 4º - Derogase el artículo 1º de la Ordenanza 40.674 (BM Nº 17.596).
Artículo 5°- Aféctase el predio referido, a Distrito de Zonificación E4 al sector destinado a la reconstrucción del Estadio de San Lorenzo, y Distrito UP al sector destinado a polideportivo municipal.
Artículo 6º - De la superficie expropiada, de acuerdo al artículo 3.1.2. del Código de Planeamiento Urbano, se destinará un 70% para el estado mencionado y el 30% restante al polideportivo municipal, para natatorio y otras actividades recreativas y deportivas al aire libre.
Artículo 7°- Facúltase al Poder Ejecutivo, para establecer un convenio urbanístico con el Club San Lorenzo de Almagro, mediante el cual se cede el terreno aquí establecido para la construcción de un estadio y el Club San Lorenzo de Almagro se compromete a construir y ceder, a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el polideportivo municipal, de acuerdo a un proyecto urbano definido por el Ministerio de Desarrollo Urbano del Gobierno de la Ciudad.
Artículo 8º - Los gastos que demande el cumplimiento de la presente Ley, serán imputados a la partida presupuestaria correspondiente al Presupuesto General de Gastos y Cálculos de los Recursos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, del Ejercicio 2011.
Artículo 9º.- El Poder Ejecutivo, dentro de los treinta (30) días de promulgada la presente ley, iniciará el proceso expropiatorio correspondiente.
Artículo 10º- Convocase a Audiencia Pública, en las condiciones y plazos establecidos en la Ley N° 6, a fin de dar cumplimiento al procedimiento de doble lectura aplicable a la materia.
Artículo 11º - Comuníquese, etc.…
Fundamentos
La historia oficial expuesta por aquellos años, nos cuenta que la erradicación del Viejo Gasómetro se justificaba en la necesidad de abrir las calles Muñiz y Salcedo, cuya prolongación virtual atraviesa el predio de Avenida La Plata.
Con tal motivo, la entonces Municipalidad de Buenos Aires sancionaba -en septiembre de 1980- la Ordenanza 36.019, que establece como normativa para ese predio la construcción de un conjunto de viviendas. No es un dato menor que incluso en uno de los artículos, se prohíbe expresamente la localización de supermercados en la zona.
La apertura de las calles obligaba y establecía la cesión de un predio de 4.500 metros cuadrados, para la construcción de la escuela que serviría al supuesto conjunto de viviendas.
Pero vayamos por partes. El 22 de setiembre de 1965, el Congreso Nacional, por Ley 16.729, autorizó a la entonces Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, a donar al Club Atlético San Lorenzo de Almagro, la fracción de tierra del actual estadio, en el Bajo Flores. La dictadura militar iniciada el 24 de marzo de 1976, a través de su intendente de facto, Brigadier Osvaldo Cacciatore, dictó la ordenanza 35.160, el 22 de agosto de 1979, que dejaba sin efecto el traspaso de dichos terrenos al Club. La derogación de una disposición legislativa nacional por una ordenanza municipal es una clara manifestación de la arbitrariedad e irregularidad jurídica con la que se actuaba desde el gobierno de facto.
Dicha ordenanza tenía como verdadero objetivo, presionar sobre las autoridades del club, para que cedieran el predio de Av. La Plata. Además, a partir del 2 de diciembre de 1979, la ex Municipalidad inhabilitó al Gasómetro para la práctica de fútbol.
Las voces de la memoria reconocen -mas allá de aquel lado formal que se argumentó- las presiones que el brigadier nombrado realizaba, directa o tácitamente, para obligar al desalojo de San Lorenzo. Un puente clave fue el relator de fútbol, José María “El Gordo” Muñoz, comprometido sin careta alguna con el régimen militar -se recuerda especialmente su convocatoria a celebrar la obtención del Campeonato Mundial Juvenil frente a la oficina donde se reunía la Comisión de Derechos Humanos de la OEA, en 1979; fue en aquella oportunidad que se estrenó la consigna dictatorial de "los argentinos somos derechos y humanos".
Muñoz era quien contactaba a los dirigentes de San Lorenzo, no implicados en la maniobra en curso, para hacerles saber que "el brigadier está muy disgustado con el club por la permanencia en su predio de la Avenida La Plata”. Cabe destacar que, por esos años, el Club Atlético San Lorenzo de Almagro no solo emplazaba en Boedo su estadio, sino que había construido una sede social de primer nivel, con el más completo equipamiento social y deportivo existente en la ciudad (y alrededores) a mediados del siglo veinte: natatorio, confitería, gimnasio, salones, pistas y canchas para los más diversos deportes, y hasta una biblioteca modelo.
Toda una generación vio pasar su vida por esas instalaciones, ya sea social o deportivamente hablando. Ese fue el club al que desalojó la dictadura, un club ejemplo, implicando -aún mas allá del destierro- un vaciamiento que estalló poco después de la venta del predio en una profunda crisis institucional, económica y deportiva, que quebró la vida sociocultural que la zona disfrutaba crecientemente y en constante interacción con el Club Atlético San Lorenzo de Almagro.
Una vez apropiado, y siguiendo la hipocresía y el totalitarismo con el que se manejaron los hechos, en febrero de 1983 otra ordenanza Municipal, la 38.696, deroga la obligación de la apertura de dichas calles, y al tiempo, la Ordenanza 40.674 autoriza el uso del predio para la instalación de un supermercado.
La adquisición del espacio fue de una sociedad fantasma, constituida unos días antes de la venta, por alrededor de un millón de dólares. En 1985, dicha sociedad le vende el terreno a Carrefour por una cifra ocho veces mayor y pocos días después se desintegra...
Los intereses urbanos, que en un principio obligaban a la institución a ceder el predio, se esfumaban frente a intereses de índole privado que justamente privaban al barrio y a toda la comunidad, a seguir disfrutando de la calidad de vida que todo club de estas características brinda, no solo desde el entretenimiento -ya sea deportivo como cultural- sino también por su capacidad de formación en la relación con el deporte y entre pares.
Puntualmente San Lorenzo vivió sus mayores años de gloria deportiva y el estadio supo estar a merced de los principales torneos nacionales e internacionales en diferentes disciplinas, mientras su casa quedaba en Av. La Plata. Tras su desalojo, no solo descendió -habiendo pasado por dicha categoría de manera gloriosa, rompiendo todos los records de asistencia en los estadios a los cuales se veía obligado a jugar- sino que tardó más de una década en volver a tener su propia cancha, habiendo atravesado crisis de todo tipo.
Así se alejaba cada vez más de la esencia que siempre marcó el ritmo del barrio que lo vio nacer y lo impulsó a crecer.
En el año 1907 comenzó a escribirse esta historia, por las calles que limitan Almagro con Boedo. La esquina preferida para compartir las charlas de fútbol, y también armar partidos, fue la de México y 33 Orientales. Allí nació el sueño de la cancha propia, viendo como ese equipo amateur crecía.
Atrás de ellos estaba la mirada atenta del Padre Lorenzo Massa, quien se ocupaba que nada les pasara ni faltara a todos los chicos. Nacía un club grande, pero aún no tenía forma. El Padre fue tan importante para que los deseos se proyectaran, que fue quien cedió los primeros terrenos para que dejen de jugar en la calle, por los peligros latentes que acarreaban, y los ayudó a levantar su espacio propio atrás de la parroquia San Antonio. También fue quien les dio las primeras camisetas, con los colores actualmente conocidos. El 1° de abril de 1908, San Lorenzo de Almagro nace como tal, y desde ese momento hasta la actualidad siempre fue un club con muchísima presencia de vecinos, socios e hinchas. Si bien hoy su nombre traspasa las fronteras del barrio y la ciudad, la identidad que han promulgado y comulgado entre el club y la zona es mutua, al punto tal que cualquier persona que camine por sus calles entenderá que uno sin otro no sería lo mismo nunca.
Aún hoy cualquier bar que bordea el supermercado, tiñe conversaciones en presente que quedaron ancladas en los años mozos. Porque esa historia breve de la fundación del club, es la historia personal de muchos que han sabido darle a Boedo la belleza que hoy tiene. Hoy, en ese espacio vacío que duerme sobre Av. La Plata, lugar en el que se vio realizado y potenciado hasta la gloria el sueño de los chicos del Padre Massa, cuando la parroquia comenzó a quedarles chica, es un lugar de encuentro para la nostalgia, pero también para la vergüenza.
En esos terrenos convive parte de la historia deportiva de un país, con momentos gloriosos, ampliando la cara principal del club que es el fútbol, y habiendo construido exitosos recuerdos de boxeo, natación, hockey, ajedrez, etc. También allí se inmortalizan los recuerdos de miles y miles de familias, que hacían funcionar su vida a sabiendas de las necesidades que el club cubría, en educación y en diversión, en esparcimiento y en dedicación, para que la vida cotidiana de Boedo no decayera, sino que -por el contrario- tomara mas vuelo.
Pero también ese vacío es una porción grande de las asignaturas pendientes que la dictadura dejó. Porque en su afán de despojos patrios, de apropiarse de sentires ajenos y favorecer a ciertos sectores de la sociedad y la ciudad, Boedo fue víctima directa de los intereses económicos, y la pasividad interesada de su presidente de turno lo llevaron a vender su identidad. Porque si bien el hogar de uno es donde el corazón está, la gente del C.A.S.L.A. y los que no sienten esos colores en cuanto a lo deportivo pero sí sienten como su lugar en el mundo el barrio, jamás han podido olvidar la riqueza espiritual que el estadio y todas sus locaciones internas, han sabido darle a aquellos días durante décadas.
La pérdida del Viejo Gasómetro, el posterior descenso de categoría con su equipo de fútbol, la inconstancia en poder solventar las necesidades que los deportes federados requerían, hicieron que la gloria alcanzada por el club que nació de un sueño de los vecinos, se esfume hasta lograr la ruina total: económica y emocional. Así aún, los hinchas nunca abandonaron su pasión y acompañaron hasta ver como se pudo reconstruir la localía deportiva, pero nunca hasta la actualidad en el Bajo Flores, donde está situado el estadio Pedro Bidegain -Nuevo Gasómetro- se deja de escuchar el canto de “soy de Boedo” y el emotivo “volveremos”.
Porque así nació la historia y así se alimentó. Son varias las generaciones que cuentan su vida en función a lo que ocurrió en Av. La Plata y sus alrededores, y hoy nominan su sueño bajo el deseo de volver a “Tierra Santa”.
Desde los años ’30 San Lorenzo fue víctima de cada uno de los gobiernos de facto, quizás porque desde su origen el enfoque social fue muy intenso y las políticas de derecha se encargan de destruir todo lo que puede acarrear una construcción colectiva en busca de un bien común. Hay, en los mas de cien años de vida que tiene el C.A.S.L.A., diferentes etapas en las cuales se le hizo muy cuesta arriba poder mantenerse de pie; sin embargo siempre logró encontrar un punto de partida para fortalecerse como institución sin fines de lucro, gracias a la participación activa de los vecinos, en su mayoría hinchas y socios, pero también por el simple amor que inspira la mística del Viejo Gasómetro y los pasillos de un club grande que se gestó en las veredas del barrio. Por eso Boedo siente propio al club, y el club se siente de Boedo.
Con los años, la reconstrucción física del club se fue llevando a cabo pero nunca más obtuvo la gloria ni la presencia que a lo largo de los años de su historia había celebrado. De esa manera, las instalaciones de la Ciudad Deportiva, los deportes fuera de lo que es el fútbol, y la misma actividad cultural, se vio abandonada al azar y a la buena voluntad de los hinchas activos. Su política, y como consecuencia su economía, las malas gestiones y la indiferencia que comenzó a crecer por los lazos rotos entre barrio y familias, hicieron que el gran festejo sea conformarse con tener la cancha propia y que lo demás en algún momento se vaya resolviendo. También se rompió, por lejanía y por malas gestiones de las políticas implementadas, el puente que había entre vecinos y la institución, porque hubo un abandono de zona pero además, un profundo desinterés por querer diluir la melancolía y escuchar o intentar llenar los espacios que el desalojo había generado en sus vidas. Así, San Lorenzo se acostumbró a existir, pero nunca más recobró su esplendor.
Hace una década atrás era imposible considerar el regreso al barrio que vio nacer a la institución. Gracias al rescate de la historia, compartiendo la tradición y ahondando en los hechos pasados, con autocrítica y sin tabúes en cuanto a como repercutieron los contextos sociopolíticos del país en el desalojo; por medio del historiador Adolfo Resnik (Socio Nª 24.829), se instaló la idea que el sueño era posible de realizarse si se trabaja a conciencia. Con plena noción de sus origines y movilizados por la necesidad de reivindicar su lugar de pertenencia, hinchas y socios, se agruparon para fortalecer sus deseos en acciones concretas, y empezar a devolverle al club las formas con las que supo ser crecer, y al barrio las actividades con las que supo convivir. Desde la Subcomisión del Hincha, a puro pulmón, fueron comprando casas que rodean esos terrenos y a partir de allí, han ido generando espacios - culturales, intelectuales y sociales - para que se comience a honrar la identidad del C.A.S.L.A. y no se quiebre aun mas su íntima relación con Boedo. Estas agrupaciones han logrado que el espíritu que se busca reencontrar ya vaya albergando la sensación del inminente y posible regreso, empapando a las nuevas generaciones de la enorme historia que tiene el club.
La identidad fue negociada y debe ser restituida a todas estas generaciones, que han visto pasar su vida por estas calles, y hoy se lo cuentan a los jóvenes educándolos en esta profunda intención de recuperar lo propio. Por ellos, por los que vendrán y los que ya no están, pero básicamente respondiendo al origen de San Lorenzo, que desde antes de ser tal ya respiró las calles de Boedo, ése es el lugar en el cual se debe seguir narrando los capítulos azulgranas.
En ese ida y vuelta de necesitarse el club al barrio y el barrio al club, hoy el supermercado está declarando pérdidas, más que en cualquier otro momento de estos 25 años. Sigue tolerando los constantes escraches de los hinchas que reclaman la vuelta de San Lorenzo a ese territorio y varios locales de alrededor funcionan recordando los años gloriosos del C.A.S.L.A. en Av. La Plata. Parece estar todo dado para que, por fin, el regreso sea un hecho.
La zona comercialmente también lograría un fuerte crecimiento y el club institucionalmente podría curar el vínculo resquebrajado en lo diario con sus vecinos, y fortalecerlo con sus hinchas y con sus socios, más allá de los partidos de fútbol en sí.
Un barrio que en sus baldosas vibran las historias de tango; que aún luce empedrados; que respeta la hora de la siesta y se despierta con el sonido de las radios en AM; en sus bares se homenajean a poetas, futbolistas y los héroes siempre son futboleros en algún rincón de sus almas; un barrio donde se agrandan las anécdotas de guapos y son bienvenidas las canciones populares para hacer bailar a las señoritas; un barrio festivo, que jamás dejó que sus avenidas se queden sin corso ni diferentes festividades, acordes, incluso, a tradiciones de otras culturas. Un barrio que creció por sí mismo y quedó devastado cuando le quitaron el sueño del polideportivo propio, pero no llegó a dormirse como para resignarse, y por eso hoy sigue elevando su voz intencionada de recuperar la ilusión robada.
Ese barrio es Boedo, que se caracteriza por la lucha y la construcción, la actividad en conjunto y el compromiso con los ideales más humanos y más sentidos en su trabajo diario, desde lo mínimo e incentivado en el detalle que inspira caminar por sus veredas.
Sin saber qué hubiera sucedido si la historia no tomaba este rumbo, se puede decir que los logros en este par de décadas fueron muchos. Para algunos se estará mejor en varios aspectos, para muchos lo estará en otros puntos, pero lo cierto es que hay una herida grande e incurable como todas las decisiones y hechos ocurridos durante la última dictadura de nuestro país, y en eso no hay diferentes opiniones ni visiones.
Hoy que estamos frente al momento exacto de poder sanar el dolor de todos estos años, de iluminar la nostalgia ocasionada y de darle revancha al futuro, vemos en la expropiación de esos terrenos no solo una buena noticia para los sanlorencistas o vecinos de Boedo, sino también para la ciudad.
Estamos seguros que es una oportunidad inmejorable, de lograr un punto en común de intereses, necesidades y bienestar para la zona. Por eso creemos que es imprescindible la creación de un espacio verde de uso público, justamente en una zona carenciada de los mismos. En particular, en la ciudad hay un notorio déficit de natatorios al aire libre, por lo cual proponemos que en el polideportivo a crearse en parte de la tierra expropiada, se instale un natatorio complementado con espacios para actividades deportivas y recreativas al aire libre. Lo cual ya le permitirá a San Lorenzo, desde el inicio de su regreso, volver a retomar el camino de la inclusión de los vecinos, más allá de la pasión que se limita a un solo deporte, y proyectar así volver a ser una institución modelo en varias disciplinas y respecto a sus actividades sociales.
En el PUA - sección diagnóstico- se puede comprender ésta necesidad de compensación que la ciudad requiere: “Los principales desajustes (de espacios públicos) se plantean en aquellas áreas que se densificaron con edificios de departamentos entre medianeras cuya población necesita compensar la falta de espacios libres privados con una mayor superficie de espacios verdes públicos, siendo notoria su carencia a escala local y de uso cotidiano. Dentro de estos sectores, las zonas de Almagro, Centro y San Telmo revisten particulares carencias.” Completando ésta idea y nuestro requerimiento, en el artículo 9 (nueve) inciso C, el PUA también fundamenta: “Promover la creación de nuevas plazas, plazoletas y patios de juegos en relación adecuada a la densidad poblacional de las diversas zonas (por reconversión de predios fiscales, compra, expropiación, canje o convenio de uso de predios privados, utilización de áreas residuales."
El C.A.S.L.A. ajusticiará su historia y reconstruirá las piezas de su identidad, pudiendo dejar en su memoria el destierro sufrido, sin olvidarlo y encontrando -en ese aprendizaje- la capacidad de trabajar en defensa de lo propio y comprender que el espació público es de todos, por lo que se va a necesitar más que nunca de la presencia de los vecinos, no solo de Boedo, sino de la Ciudad, para cuidar la calidad de vida que el verde y los clubes sin fines de lucro pueden garantizar.
Creemos que una institución con más de cien años de vida, es parte de nuestro patrimonio cultural, en un barrio que ha sabido crecer y adaptarse a los cambios urbanos sin resistencia pero sin perder su identidad, y creemos necesario que la Ciudad equilibre las constantes obras de construcción y cada vez más altas edificaciones, abriendo nuevos espacios que ayuden a oxigenar los barrios.
Como nos dice Eduardo Galeano en su libro “El fútbol a sol y a sombra”: “Rara vez el hincha dice: «hoy juega mi club». Más bien dice: «Hoy jugamos nosotros». Bien sabe este jugador número doce que es él quien sopla los vientos de fervor que empujan la pelota cuando ella se duerme, como bien saben los otros once jugadores que jugar sin hinchada es como bailar sin música.”
Y así como el hincha y los jugadores saben su trato de acompañar y de brindarse cien por ciento por la camiseta, el club sabe que sin su barrio jamás logrará ser una institución que trascienda las fronteras gracias al anecdotario que yace en su incansable afán de formador de personalidades y conmovedor de buenas personas; y el barrio sabe que sin un club será un fantasma en el mapa de la Ciudad, donde los que ganan son los que vibran historias de vida que se comparten, y el deporte es el manual principal para hacer creer y crecer en el verbo compartir.
La recuperación del predio de Av. La Plata es un acto de justicia y reparación histórica. Por eso, solicitamos al Sr. Presidente, la aprobación de este proyecto.
Bibliografía por contenido histórico
- "El Glorioso San Lorenzo" de Adolfo Res
- "Volver a Av. La Plata" de Adolfo Res
- "Memorias del Viejo Gasómetro" de Enrique Escande
- Notas periodísticas de Carmelo Ricot
- Notas periodísticas de Eduardo Bejuk
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