Recuerdos: La tarde que Perazzo silenció a La Boca
El 6 de octubre de 1985, Walter Perazzo enmudeció a una “Bombonera” abarrotada de público y con sus dos estupendos goles le dio la victoria a San Lorenzo por 2 a 1. El partido que adquirió tonos dramáticos en los minutos finales.
El presente del Ciclón no era el mejor en 1985. A los problemas financieros del club se sumaba el flojo arranque del equipo mayor que solo había ganado uno de los ocho primeros partidos y que se había devorado hasta un ícono técnico como Juan Carlos Lorenzo.
La llegada de Nito Veiga dio nuevos entusiasmos a los santos y los triunfos no tardaron en llegar. Sin embargo cuando San Lorenzo llegó esa tarde a la Boca pocos creían en esos gloriosos jugadores. El partido se jugó ante un marco de público extraordinario. Más de sesenta mil personas colmaron las tribunas, en una postal que hizo recordar a las viejas jornadas del fútbol nacional.
Los santos llegaron al césped con: Chilavert; Malvárez, Juan José Sánchez, Higuaín y Jorge García; Alul, Krasouski y Ortega Sánchez; Bica, Perazzo y Madelón. La primera etapa finalizó sin goles aunque los azulgranas habían insinuado algo más en el juego. Iban 16 minutos del complemento cuando un largo envío de Alul (de gran rendimiento) cruzado fue interceptado por Perazzo que la tocó suave a la izquierda de un Gatti que no llegó a achicar. Los boquenses pidieron un inexistente offside. Pocos minutos después un gran zurdazo a colocar de Walter dejó mudo por segunda vez a los locales.
Faltaban quince minutos cuando Boca se quedó con diez hombres por una brusca falta sin pelota de Irazoqui. San Lorenzo erró luego varios goles y parecía seguro ganador, pero el partido dio un vuelco sorpresivo. El juez Espósito expulsó a Juan José Sánchez a falta de 4 minutos y uno después en una corajeada Pasucci descontó para Boca. Los nervios crisparon a los jugadores azulgranas y en pleno descuento Giovagnoli le cometió penal a Dykstra.
El corazón de San Lorenzo pareció detenerse. El árbitro anunció que la pena se ejecutaba y terminaba el partido. Pasucci quiso ser el héroe y fue a ejecutarlo. Chilavert le habló al oído para desconcentrarlo. El tiro fue a la izquierda y el paraguayo que había leído la intención la tocó apenas, pegando luego en el palo. El infartante final brindó a San Lorenzo una gran victoria, una de las más destadacas en dicho estadio a lo largo de la historia. La Boca se enmudeció y San Lorenzo festejó. Perazzo esa tarde se recibió de ídolo.
POR LEANDRO D'AMBROSIO
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