La fiesta interminable

El Bidegain estalló. Había más gente de la permitida. Se notó cuando al término del partido contra Unión miles de hinchas invadieron el campo de juego y no aparecieron blancos en el estadio. Unos cincuenta mil cuervos coparon y festejaron un torneo que tuvo una celebración acorde al rendimiento del equipo de Manuel Pellegrini.

La previa marcaba el rumbo de un lleno que deslumbró con un colorido notable. En aquel momento el estadio no tenía la pintura actual, pero el aporte de los hinchas con su vestimenta y cotillón provocó que el popularmente conocido como Nuevo Gasómetro luzca completamente con los colores de San Lorenzo. 

Y a pesar de que el título era casi una realidad, hubo que sufrir en algunos tramos. No mucho, pero todos nos atragantamos con el penal de Bernardo Romeo cuando Hernán Castellanos casi se lo detiene. Como dijo en su relato Víctor Hugo Morales, fue un “instante eterno” esa ejecución.

El 2 a 0, tras el toque final de Walter Erviti, trajo tranquilidad, pero Unión descontó con un golazo de tiro libre para traerle un poco de dramatismo al encuentro. El Ciclón con el empate era campeón. Pero ganó y alcanzó un record, un record como en aquel momento alcanzó el público santo, desbordando su cancha para ver por primera vez campeón a San Lorenzo jugando en condición de local.