Por siempre Bicampeones
En el 43° aniversario del inolvidable doblete de 1972, recordamos al equipo “computadora” armado por el “Toto” Lorenzo y aquella épica final ante River. Los protagonistas cuentan su historia.
El 17 de diciembre de 1972 en cancha de Vélez, San Lorenzo venció a River por 1 a 0 en la final del torneo Nacional, obteniendo su segundo título en el año, con el mayor promedio de eficacia para un campeón: 89,29% San Lorenzo ejerció un amplio dominio pero la victoria llegó recién en tiempo suplementario (a solo un minuto del final Enrique Chazarreta desvió un penal) gracias a un gol de Luciano Figueroa. Su historia en recuerdos..
“La final con River para nosotros fue algo muy grande. River tenía un gran equipo, pero nuestra confianza era fabulosa. Tuvimos un penal a favor y lo erramos. Ese día hubo algo de mala suerte. El penal tenía que patearlo yo, pero Chazarreta me pidió que se lo dejara a él. Yo le pregunté: estás confiado, y me contestó: sí, si. Dejámelo patear a mí. Después lamentablemente lo tiró afuera, pero igual estábamos convencidos de que íbamos a ganar y finalmente lo hicimos 1 a 0 (“Cacho” Heredia).
“Lorenzo tuvo mucho que ver en esa conquista. A mí me quería como a un hijo. En plena vigilia de la final igual no sabía cómo tenerme contento. Me mimaba tanto que si se me ocurría decirle que quería comer sándwiches de miga me los mandaba a comprar y me los subía a la pieza del City Hotel (“Ratón” Ayala).
“A mí me tocó jugar la final con River porque Glaría estaba suspendido. El Toto estaba obsesionado con Pinino Más. A cada rato me decía: Sapo, mire que es vivo, que busca los penales. Guarda. Así a cada rato. Al final le dije: pare un poco, quédese tranquilo, yo lo conozco bien. Por suerte Pinino no pudo moverse y el Toto respiró tranquilo” (“Sapo” Villar)
“Yo sabía que Alonso no debía moverse con tranquilidad. Era mi hombre, pero no fue una obsesión para mí. Estaba tranquilo, sobre todo porque ya me había ganado un lugar en la preferencia de Lorenzo. A los cinco o diez minutos de partido, Irusta salió del arco para tapar al Mono Más y, como yo estaba cerrando, me comí un patadón que me paralizó el bíceps derecho. Era un desgarro, me dolía como no se imagina nadie, pero aguanté todo el partido, el alargue y los festejos. Lorenzo me quería cambiar porque sabía el riesgo de una lesión de ese tipo, pero yo le gané la apuesta. Me quedé en la cancha, lo anulé a Alonso y di la vuelta olímpica (“León” Espósito).
“La jugada fue toda del Ratón Ayala, que les ganó a los dos marcadores centrales de River y desde el suelo la tocó hacia la derecha. Yo venía corriendo con la cabeza levantada. Eso me ayudó para pegarle bien a la pelota y anular el intento de achique de Perico Pérez” (“Lele” Figueroa).
“La mejor defensa es tener la pelota y supimos hacerlo. Pero San Lorenzo ese día no dio ninguna ventaja, se concentró plenamente en sus objetivos y cumplió el 100%. Esta es la gran cualidad del equipo. En el 68 dieron la ventaja de la desconcentración mental, creyendo que únicamente con habilidad y toque podían volver a repetir. Y se cayeron. Ahora comprendieron que trabajando y cubriendo todas las cuotas de preparación, incluso las psicológicas, se puede llegar a cualquier lado. Y así fue como salimos campeones del Nacional” (Juan Carlos Lorenzo, entrenador).
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