Un Loco de Boedo hasta Río
Narciso Horacio Doval deleitó a San Lorenzo en los '60 con su velocidad y gambeta integrando el célebre equipo de los “carasucias”. Su desfachatez y buen juego se traslado luego a Río de Janeiro donde fue ídolo por partida doble de Flamengo y Fluminense. Un crack de todas las canchas.
El “loco” (nacido en el barrio capitalino de Palermo en 1944) se inició en la sexta de San Lorenzo, debutando prematuramente en un partido de 1962 ante River. Al año siguiente se “asoció” en primera con esa banda de pícaros que eran Casa y el “Bambino” Veira, para deleitar con sus toques al público azulgrana que comenzaba a conocerlos. Junto a la “araña” Telch y el “Nano” Areán dieron forma en 1964 en los “carasucias”, que no fueron campeones pero dejaron su huella con un juego alegre.
Doval llegaba seguido al gol y convirtió tantos inolvidables hasta su partida en 1968, como aquel de cabeza ante Boca en la bombonera que sirvió para una gran victoria por 1 a 0 (en 1965) o el que le hizo a River en una emotiva victoria por 3 a 2 en el 67. En dicho año recibió una injusta sanción por un supuesto manoseo a una azafata en un avión (se hizo cargo de la culpa de otro compañero), que derivó en 1 año sin jugar. Por tal motivo no pudo jugar un solo partido en el brillante campeón del metro 68, “los matadores”.
Doval volvió para el Torneo Nacional y el técnico brasileño Tim que sabía de sus dotes se lo llevó en 1969 para jugar en el Flamengo. En la ciudad carioca aquel gringo encontró su lugar en el mundo, cautivando a sus torcedores. Luego de una primera etapa corta de adaptación (69-70 y un préstamo en el 71 para el globito de Patricios), Doval retornó en 1972 para consagrarse como figura del Fla campeón junto a Zico y la dirección de Mario “lobo” Zagallo (en 1974 ganó otro título con el club).
Para sorpresa general, Doval fue transferido en 1976 al rival histórico del Fla, Fluminense, donde realizó también una gran campaña y fue campeón carioca dicho año, convirtiendo el gol decisivo en un gran equipo que integraban Carlos Alberto, Dirceu y especialmente Rivelino.
Una vez concluída su etapa de gloria en Brasil, el “loco” Doval volvió al Ciclón en 1979, en un mediocre equipo que dirigía Carlos Bilardo y donde mostró sus últimos destellos. Su carrera concluyó en el fútbol estadounidense, pero ya su gloria se había sembrado en Boedo y cosechado en Río. Su vida se apagó de forma rápida en octubre del 91 cuando sólo contaba 47 años.