Lágrimas de pertenencia

La eliminación de San Lorenzo la Copa Sudamericana golpeó mucho a los más pibes, visiblemente compungidos. Es la muestra de un sentido de identificación y compromiso que se trasnformó en el capital más valioso del ciclo de Insua.

Perruzzi consuela a Giay y Leguizamón. Foto: Captura TV

Perruzzi consuela a Giay y Leguizamón. Foto: Captura TV

Entre tanta bronca y desazón, el hincha de San Lorenzo no siente desilusión; se infla el pecho de orgullo. Y el llanto de varios jugadores, sobre todo de los pibes surgidos del club, tras la eliminación ante San Pablo entregó una mezcla de tristeza y amor propio que invadió al mismo tiempo los machucados corazones azulgranas. El 0-2 en el Morumbí duele, claro, pero muy lejos de los reproches, los cuervos bancaron con expresiones de aliento la entrega de un equipo que nunca los desilusionó ni en la derrota.

Por las mejillas de Agustín Giay, Iván Leguizamón, Gastón Hernández, entre otros, rodaron lágrimas de pertenencia inmediatamente consumada la despedida de la Copa Sudamericana en octavos de final. Y ese es el capital más importante que hasta ahora ha dejado el restaurador ciclo de Ruben Darío Insua al frente del Ciclón, que lleva poco más de un año.

En ese tiempo, que puede ser mucho o muy poco, depende de cómo se lo observe, el Gallego le devolvió a los juveniles de la institución un sentido de pertenencia que parecía extraviado entre la hostilidad de un contexto negativo institucional, económica y deportivamente.

Los chicos de la cantera no la pasaban para nada bien hace poco más de 12 meses atrás. Algunos no soportaban la presión de tener que jugar de local en un clima tenso en un plantel sin rumbo. Algunos hasta optaron en una salida porque ya no estaban disfrutando del día a día ni de los partidos. Ahora, el semblante es bien distinto. Los pibes del Ciclón recobraron protagonismo y sienten satisfacción de pertenecer a la entidad de Boedo.

Es, claro, una de las tanats cuestiones que mejoró Insua. Pero el foco, esta vez, lo ponemos en ellos, en los más jóvenes, que fueron los más movilizados por la eliminación copera de este jueves en Brasil. Y ese llanto que no pudo contenerse es el reflejo de un compromiso innegociable, por caso el rasgo más característico del San Lorenzo del Gallego.

No hubo ni hay reproches. No hubo ni hay lamentos, más allá del sinsabor de no poder seguir compitiendo en el plano internacional. Hay frente alta, aplausos y reconocimiento a todo un grupo, pero, sobre todo, a los pibes que llevan el sentido de pertenencia en un costadito del corazón.

Por @LanzillottaOk

Mundo Azulgrana

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