Conociendo al capitán
Nicolás Blandi habló con Clarín en una entrevista para no perderse. La capitanía, la importancia de la lectura, su forma de vida y más en esta charla.
La improvisación suele ser buena aliada para un delantero, acostumbrado a definir dentro del área rival en una fracción de segundo. Sin embargo, para el capitán de un equipo, la preparación es todo. “Soy de leer bastante, novelas de aventuras, libros de motivación y también de biografías de personajes importantes ligados al deporte. Ahora estoy leyendo Legado, que es un libro sobre los All Blacks que habla sobre el liderazgo. Más allá de tratarse de rugby y no de fútbol hace referencia al vestuario y a los grupos, entonces le encuentro una conexión. La lectura te enriquece, es una gran herramienta que me ayuda en mi vida y mi carrera. Trato de mechar con novelas de aventuras para no leer siempre lo mismo, pero leer te abre la cabeza”, le cuenta Nicolás Blandi a Clarín. El desafío es grande para el nueve: suceder a Néstor Ortigoza, el último capitán azulgrana.
-¿Te imaginabas en este nuevo rol?
-La verdad que no. No sé cómo llamarlo, si un premio o un mimo. Fue algo que no busqué, sino que me llegó. Le doy un valor inmenso y lo tomo con mucha responsabilidad y alegría. Más allá de que tengo más responsabilidades, es algo que disfruto.
-Usás la lectura como herramienta y como ruta de escape. ¿Qué otras cosas hacés para huir de la locura de nuestro fútbol?
-Trato de ser realista y de ubicarme en el presente, pero siempre mirando para atrás, en todas las cosas que me pasaron, y también un poco en el futuro. Me refugio en mi familia, mi novia, mis amigos, trato de irme a pescar con mi viejo o compartir una comida con mi hermano... En Argentina a veces se llega a los extremos cuando no debería ser así. Lo que nos pasó hace un par de semanas a nosotros, cuando inclusive se lo cuestionó a Diego (Aguirre) sirve como ejemplo. Había una realidad: no estábamos jugando bien y no estábamos conformes con lo que estábamos haciendo. Pero más allá de eso hoy estamos en los cuartos de final de la Libertadores, el torneo local recién empieza, somos el mejor promedio de todos... Son cosas que hay que tener en cuenta. Estar en un club tan importante como San Lorenzo exige que el equipo siempre pelee, pero también se puede entender que puede haber un bajón, y no por eso sos el peor. Trato siempre de ser optimista y no guiarme por un mal resultado.
-Tenés Instagram y lo usas con frecuencia. ¿Le prestás atención a lo que te comentan tus seguidores a las fotos que subís?
-Más o menos. Lo tengo para compartir con la gente las cosas que me pasan dentro de esta profesión, que a veces al hincha le gusta saber. Está bueno tener esa relación con la gente. A veces leo comentarios constructivos o de apoyo, que siempre ayudan, pero a veces te encontrás con cosas que no suman y hay que tratar de dejarlas de lado y entender que es parte de esto. Mi intención es cambiar que la única manera que tenga la gente de conocer al jugador es a través de los partidos. Y subiendo fotos con mi familia, mi pareja o mis mascotas ayuda a reflejar que los futbolistas también somos personas normales, que hacemos lo que hace cualquiera, que nos gusta estar con nuestra gente, descansar y divertirnos. Busco desestructurar un poco al fútbol, y así estar más cerca de la gente. No quiero generar un personaje lejano y frío, sino todo lo contrario. Esa, para mí, es la mejor manera, siempre mostrando respeto. Está bueno intercambiar opiniones con la gente, saber lo que piensan, siempre y cuando no influya negativamente y uno pueda manejarlo.
-Es un arma de doble filo, porque nunca va a faltar el que tras una derrota vea una foto tuya jugando con tu perro y te critique.
-Es lógico. Hay que saber manejarlo inteligentemente, saber cuándo son los momentos y las situaciones. Pero el mensaje es desdramatizar al fútbol. Para nosotros, los jugadores, el fútbol es importantísimo y vivimos para eso. Entrenamos para jugar bien y cuando las cosas no nos salen somos los primeros en hacer una autocrítica. Pero el fútbol no es lo único en la vida. Es un juego, hay que pasarla bien y disfrutarlo. Hay que dar este mensaje para que la gente nos entienda un poco más y nos conozca. De esa manera se puede generar un buen feedback, para que todo sea más armónico. Las personas que van a la cancha o ven un partido por televisión, en definitiva, quieren ver un buen espectáculo. Y nosotros, desde adentro, también queremos pasarlo bien. A veces cuando al equipo las cosas no le salen bien todo esto se hace más difícil, porque la gente no está contenta o está disconforme. Pero está bueno desde nuestro lugar tratar de cambiar la mentalidad que muchos argentinos tienen sobre el fútbol y dejar en claro que no es algo de vida o muerte.
-Se dice que el hincha, por pagar una entrada, tiene derecho a hacer lo que quiera adentro de una cancha, como por ejemplo insultar, sin que nadie le diga nada. ¿Creés que es así?
-El hincha siempre quiere ver a su equipo ganar y jugar bien. Eso lo veo lógico y lo entiendo. Pero más allá de estar disconforme con lo que se ve, el apoyo y el aliento ayudan muchísimo más que el insulto. El jugador es el primero que se da cuenta cuando las cosas no salen bien. De todas formas el reclamo es normal y hay que tratar de convivir con eso. No pienso que pagar una entrada dé derecho a insultar desmedidamente, pero lo entiendo. Esta es una de las cosas que poco a poco hay que ir cambiando. Es difícil, porque es un reflejo de la sociedad argentina. No sólo se ve en las canchas de fútbol.
-Llegaste de Boca, te tocó pelearla desde atrás, te fuiste a préstamo al Evian de Francia y ahora que volviste sos capitán y referente. ¿Qué cambió en vos en todos estos años?
-Haberme ido a Francia me ayudó muchísimo a entender algunas cosas, especialmente a valorar el lugar en donde uno está. Estar en un club grande como San Lorenzo, que me da la chance de pelear los torneos y jugar con futbolistas de mucha jerarquía, estando a media hora de mi casa, es algo importantísimo. En Evian me tocó vivir una situación muy fea apenas llegué, porque me lesioné de gravedad. Estuve muy acompañado por mi familia, pero no era la situación que yo había imaginado, estando lastimado, sin jugar ni poder ayudar a mis compañeros. Todo esto me hizo abrir la cabeza y valorar lo que uno tiene cerca y a veces no se da cuenta. Un mal momento puede opacar el presente, pero no debería ser así. En ese paso en falso en Francia aprendí un mensaje muy importante, que aún me sirve: hay que ser optimista y ver lo bueno en la vida, que es lo que te hace salir adelante.
-¿Te diste cuenta sólo de todo esto?
-De muchas cosas sí, porque soy de tratar de encontrarle la vuelta a mis problemas. Me hago preguntas a mí mismo, por qué me siento así, por qué no logro esto... Eso es fundamental. Si uno se hace preguntas quiere decir que quiere seguir creciendo y aprendiendo. También escucho mucho a Hebe y Alberto, mis viejos, que siempre fueron mi sostén y los que de chico me marcaron un camino, el de nunca rendirme y el del esfuerzo. Ellos hacen hincapié en que intente disfrutar y tener alegría, porque si uno es feliz tiene más chances de que las cosas le salgan bien. Por estar muy metido en el presente no se disfruta de las cosas, y es un grave error que trato de no cometer.
-¿Cómo se cambia esto?
-A veces el jugador de fútbol se enceguece por todo lo que tiene alrededor y no tiene muy en cuenta el presente por distintos motivos. Por mi parte trato de escuchar y aprender de los más grandes, de jugadores con más experiencia, y ver cómo se manejan en el vestuario. Y también aprendo de los más chicos, porque tienen cosas para enseñar, me contagian su energía y voluntad, de esa necesidad por destacarse continuamente. Trato de mirar a compañeros y rivales para incorporar conceptos que me ayuden. Todo esto me ayudó a evolucionar no sólo dentro de la cancha, sino también afuera. Nunca me conformo, siempre intento ir por más. Estoy abierto a seguir aprendiendo y a seguir cambiando. Es un desafío hermoso que hago día a día.
-Ahora se te nota feliz en el club, disfrutando.
-Lo que quería el día que llegué a San Lorenzo finalmente me llegó. Tengo que disfrutar de este presente y seguir evolucionando. Mi objetivo es seguir dándole cosas al club. La realidad es que tuve muchísimas oportunidades para irme. Este mercado de pases tuve una oferta de un club árabe. San Lorenzo estaba conforme con los números y a mí me daban seis veces lo que ganó acá, pero no me fui. Mi representante tenía dos ofertas de México y le dije que ni siquiera las traiga. Tengo claro lo que quiero. Es difícil que quiera cambiar un lugar como San Lorenzo. Obviamente tengo ambiciones profesionales y de calidad de vida, de querer crecer en otros aspectos. Cómo no voy a analizar si viene una oferta de Europa... Pero tengo contrato hasta 2019. Hay un compromiso de ambas partes, de San Lorenzo que sigue confiando en mí, y mío, que sigo eligiendo San Lorenzo. Es un mensaje claro de lo que siento.
Fuente: Clarín