La caída del segundo semestre

El semestre anterior había dejado una mezcla de sabores, porque tras la asunción de Claudio Biaggio, el equipo no había lucido pero era uno de los firmes animadores del campeonato. Tal es así, que desde que el "Pampa" se calzó el buzo de entrenador contra Estudiantes, el Ciclón ganó siete de sus nueve partidos. Números realmente impresionantes.

Luego del parate de verano, las ilusiones estaban puestas en el trío de ataque: Belluschi, Cerutti y Blandi, pero lejos de darse el ideal, que era pelearle a Boca hasta las últimas instancias, San Lorenzo se desmoronó. Cerutti partió en modo relámpago hacia medio-oriente, Belluschi jugó poco y en bajo nivel, y Blandi nunca tuvo quien lo alimentara, al punto de estar cuatro meses sin convertir.

Los números empezaron a empañarse; derrota con baile ante Talleres en Córdoba y empate sin sabor en el Nuevo Gasómetro ante Boca, perdiendo así la última chance de prenderse en el tren de la pelea. Los rendimientos comenzaron a marcar una curva descendente, como por ejemplo Paulo Díaz, Gabriel Gudiño, Facundo Quignón o el mismísimo Blandi.

Cada fin de semana se hizo más difícil soportar un partido del Matador sin ensayar un bostezo, y los de abajo sumaron mucho más que el Ciclón, quien perdió cuatro partidos de sus quince disputados, además de dejar puntos accesibles en el camino.

El Matador deberá cambiar su política de fichajes, darle material al técnico, que con más jugadores tendrá que demostrar que puede hacer jugar a algo a este San Lorenzo, que vagó seis meses por las canchas argentinas.