Veinte relatos Cuervos
Veinte relatos Cuervos es un libro de cuentos escritos por el sanlorencista Sebastián Giménez, que volcó en hojas experiencias de su vida e historias vínculadas a la vida del club.
Corría el año 1987 y mi tío Arturo me llevó a ver a San Lorenzo por primera vez. Hacíamos de local en la cancha de Huracán. Empatamos 2 a 2 contra Deportivo Español. Atajaba Chilavert, el lateral derecho era Lucho Malvárez. Había quedado impresionado con la velocidad del Pájaro Tedini, el wing, como le dirían los de antes. Pero quedé aún más impresionado por esa forma de exorcizar el fracaso de todos los cuervos, que Todavía Cantaban al ritmo de Víctor Heredia: “Acá está la gloriosa barra de San Lorenzo, la que no tiene cancha y se bancó el descenso”. Si algunos barren los fracasos bajo la alfombra, esta gente transformaba las frustraciones en alegría. Bienaventurados los que cantan el fracaso, rezó en su memorable tema el gran Joan Manuel Serrat. O podemos acudir también a aquella cita borgeana, que no nos une el amor sino el espanto. Ahí estábamos los cuervos, unidos por el amor, las frustraciones, la cal y la arena del deporte tal vez más pasional de la Argentina, el fútbol.
Presento en esta breve nota un libro de relatos de fútbol, teñidos tal vez por cierta parcialidad azulgrana pero que pueden leerse y trascender fronteras o banderas. Narraciones que cuentan hechos de la realidad y de la ficción, entremezclando lo que sucedió y lo que pudo haber sucedido. Relatos que arrancan la línea temporal en el momento previo al origen del club, el accidente que sufriera Juan Abbondanza en México y Treinta y Tres Orientales, barrio de Boedo. Que pasan por vivencias de cancha de la década del ochenta, noventa e inicios del siglo XXI. Alegrías y sinsabores se alternan, casi como en la vida misma. Hasta la consagraciónen la Copa Libertadores el 13 de agosto de 2014. Pasando también por jugadores como Paulo Silas; Pipo Gorosito; Beto Acosta; Pipi Romagnoli; Bernardo Romeo; el Flaco Passet; la mano milagrosa de Torrico y tantos otros. El libro se puede bajar gratuitamente en la dirección electrónica que se adjunta. También, se realizaron algunas copias impresas que pueden conseguirse en los siguientes lugares: San Lorenzo Store (Av.La Plata 1794) y puestos de diarios: en Carlos Calvo y Boedo; Av. San Juan y QuintinoBocayuva y en Av. La Plata y Rivadavia (al lado de Plaza del Carmen).
Como la vida misma, este libro puede leerse como un anecdotario de cancha o como el tránsito casi caleidoscópico en una marea de emociones apasionadas y contradictorias. Como un permanente levantarse y caer, para volver siempre a levantarse. A continuación, se adjunta el primer relato para compartir con cuervos de corazón o con todos aquellos que, trascendiendo las camisetas, puedan asomarse a esa caja de sorpresasque pueden producir unidos el fútbol y la literatura.
EL HOMBRE QUE TRABÓ CON EL TRANVÍA.
Armar los equipos no era cosa que demorara demasiado. Por afinidad se iban agrupando los jóvenes, y no eran raros los casos en que el fútbol servía para dirimir viejas rencillas barriales o de amoríos. Si antes el malevaje utilizaba el puñal para saldar las cuentas, en esemomento la pelota que pesaba casi tanto como un adoquín servía como medio menos cruento para poner las cosas en su lugar. No había árbitro y los testigos no abundaban. Se jugaba en la calle y uno de los lados de lacancha limitaba con la vía del tranvía. La tierra formaba una gran nube de polvo queenvolvía a los jugadores y las partidas parecían del lejano oeste. De un enjambre de piernas sobresalía ella, la de cuero, la suprema jueza de los sueños, rencores y desafíos de esagenuina estirpe de argentinos. De esos partidos hubo muchos, pero uno marcaría la historia para siempre.El partido estaba peleado, áspero. Juan Abbondanza paró la pelota y la tiró hacia adelantecomo wing izquierdo. Por adentro, la pedían los compañeros anónimos bien cerca del arquero. El jugador escuchó el ruido de siempre del tranvía y su aliento se cortó al sentir que lo perseguía a sus espaldas. La pelota viboreaba caprichosamente por la vía. Muchos creerán que los jugadores de nuestro fútbol contemporáneo son valientes porque meten un codazo o un planchazo al rival o porque traban con la cabeza, pero este hombre, el wingizquierdo de México y Treinta y Tres Orientales tenía la pelota ahí adelante, cerca, coqueteando con él, y persiguiéndolo de atrás estaba la muerte, nada más y nada menos. Cualquier otro hubiera desistido de la empresa, pero este hombre siguió corriendo para el desborde heroico. Era gol y morir. Era pelota afuera y vivir. O era gol y vivir. O era morir para nada. Juan Abbondanza siguió la pelota hasta que el tranvía lo alcanzó y lo tumbó en la cancha. Los compañeros concurrieron presurosos a ayudarlo.De esa caída, de ese hombre que trabó la pelota con el tranvía iba a nacer uno de los clubes más grandes de la Argentina. Sin ese acto de arrojo, no se hubiera conmovido Lorenzo Massa. San Lorenzo se fundó por una caída, como desafío tenaz a los molinos de viento. Y su partida de nacimiento se extendió en México y Treinta y Tres Orientales, barrio de Boedo. De donde nunca debió haber salido. A donde volverá siempre, por esa obstinacióncon que se empeña siempre en seguir adelante.
Sebastián Giménez.