Homenaje al Lobo Fischer, un ídolo inolvidable
En la mañana de ayer, se conoció la triste noticia de la desaparición física del famoso atacante de los Matadores campeones del metro 68, Rodolfo Fischer. El “lobo” fue un goleador notable que señalo 141 goles con la camiseta azulgrana, pero que sin embargo debió luchar en sus inicios en el Ciclón para vencer los prejuicios que existían sobre sus cualidades técnicas. Con su empuje y su confianza inclaudicable superó todas las barreras. Un triunfador del fútbol y de la vida.
“Vine de Misiones sin que me conozca nadie, pero yo sabía que iba a llegar, que iba a imponerme. A mi no me enseño nadie”, decía el Lobo con toda franqueza y honestidad sobre su carrera. Fischer era un hombre de fuertes convicciones y lo suyo era estar siempre cerca del arco rival. Así lo hizo en San Lorenzo entre el 65 y el 72 y en su regreso en 1977.
Rodolfo José Fischer nació en Oberá (provincia de Misiones) el 16 de julio de 1944 y con 13 años comenzó a jugar en la segunda división de su club de origen, el Atlético Oberá, con el que debutó en primera a los 15 años. A mediados de 1964 es comprado por San Lorenzo que paga por su ficha la suma de 400 mil pesos. En el Ciclón comienza integrando los planteles de cuarta y tercera hasta su debut en la primera el 29 de mayo de 1965, en partido que San Lorenzo derrota por 3 a 0 a Atlanta en Villa Crespo. Sus dos primeros goles los señaló a Huracán en un 4 a 2 el 19 de diciembre del 65.
El “lobo” Fischer era delgado y alto (1,85m ) y compensaba sus déficits técnicos con el desmarque, su fuerza y ubicación, junto con su potencia y velocidad para los contragolpes. Allí nació su característica bicicleta, una patente de su juego. Las bombas de zurda de Fischer era siempre medio gol y su cabezazo también era temible. Pero no siempre fueron todas rosas. Los primeros tiempos debió sobreponerse a las críticas del público que lo veía como un delantero torpe y desgarbado e incluso también a algunos de sus compañeros que lo cargaban y no llegaban a comprenderlo. Su coraje y valentía superó todo prejuicio previo.
Para 1967 ya era el goleador (anotó 17 goles) y su sello para la historia se rubricó al ganar con San Lorenzo el título de campeón invicto del Metropolitano 68, donde en aquella final sufrida ante Estudiantes, el “lobo” Fischer empalmó de afuera del área esa volea de zurda sorpresiva en tiempo suplementario que significó el 2 a 1 final y el campeonato. Fischer fue el goleador del campeón con 13 tantos. Para el brasileño Tim (técnico de Los Matadores) Fischer era Napoleón, el hombre que siempre solo daba batalla, el que jugaba siempre con todo ya fuera amistoso como por los puntos. El que con el tabique roto (en un partido con Platense), entraba igual contra todo riesgo.
En épocas de puro divismo, en la que cualquier jugador por juvenil que fuera aterriza en la práctica con su auto último modelo, Fischer (radicado para el tiempo de Los Matadores en Monte Grande) viajaba en el tren Roca, como un laburante más. Un obrero listo para romper redes.
En 1969 fue goleador del viejo torneo Nacional con 14 goles, honor que compartió con Carlos Bulla de Platense, pero su año más productivo fue 1971, cuando convirtió 27 goles para el Ciclón. En aquel mismo tiempo ya era jugador del Seleccionado Argentino y es recordada aún la tarde de sus dos goles a Brasil por la Copa Roca en un partido vibrante con empate en el Monumental. Sus goles llamaron pronto la atención y cuando se habían jugado pocas fechas del glorioso metro 72 (San Lorenzo fue campeón y luego repitió en el Nacional) fue vendido en una millonada al Botafogo de Brasil. Como no podía ser menos, el “Lobo” Fischer se despidió con un gol sobre la hora en partido que el Ciclón le ganó a Lanús por 1 a 0.
Rodolfo Fischer también fue un jugador correcto y de juego limpio, de juego leal y honesto pero debió soportar en San Lorenzo dos expulsiones por supuesto exceso verbal ,descomedidas de los jueces de turno. En 1971 en un partido clave por el título con River en Avenida La Plata, el árbitro Teodoro Nitti le expulsó por protestar la reiteración de un penal contenido por el “gordo” D´Alessandro y lo sancionaron con 6 fechas, mientras que en su regreso al club en 1977 fue expulsado en su debut en la primera fecha del Metro (victoria 2 a 1 ante Ferro, con gol de penal del Lobo) por el juez Espósito a instancias de algo escuchado por el lineman. Lo sancionaron con cuatro fechas.
Por siempre quedaran grabadas en la memoria de los hinchas de San Lorenzo sus entradas a toda velocidad y sus goles de todo tipo. No falló en ningún clásico. Le hizo 7 goles a Boca, 7 a Huracán, 9 a River, 8 a Racing y 5 a Independiente. Todavía brillan en la memoria de los hinchas de San Lorenzo sus dos golazos a Amadeo Carrizo en un partido nocturno de 1967 con victoria por 3 a 2 en Avenida La Plata; su bomba al travesaño en La Plata ante Estudiantes que devino luego en una avalancha con caída del alambrado ante un casi gol (fue triunfo por 1 a 0 con gol de Albrecht en el metro 68) y por supuesto el golazo a Poletti en la final ante el mismo rival en River. También no olvidamos los cuervos su cabezazo milagroso en tiempo de descuento ante Independiente, en las semifinales del metro 71, que permitió un empate milagroso en un partido que parecía casi perdido y que luego se ganó por penales en larga definición. Me quedo corto en los recuerdos ante el eterno Fischer. Descansa en paz Lobo Querido, los hinchas jamás lo olvidaremos.