A 60 años del histórico gol de Albrecht a Racing

Por la fecha 20 del campeonato de 1963 el Ciclón visitó a Racing en el cilindro de Avellaneda, en un estadio (inaugurado en 1950) en el que nunca había triunfado, aunque la racha negativa era aún mayor, ya que San Lorenzo no ganaba desde 1942 visitando a Racing, en su entonces viejo estadio de madera. Ganar parecía una proeza entonces.

A su vez Racing ocupaba el tercer lugar de la tabla, a solo tres puntos de River, mientras San Lorenzo (que había ganado varios puntos al inicio de los desquites, luego de una pésima primera rueda en la que llegó a estar por primera vez en el profesionalismo último) se posicionaba en un octavo puesto. Para el Ciclón el aliciente era que había vencido a Estudiantes en Avenida La Plata por 2 a 0 en la fecha anterior (goles de Pérez y Casa), por lo cual visitaba a los académicos con ciertas expectativas.

San Lorenzo formó con Irusta; Mariotti y Silvio Ruiz, Páez, Telch y Albrecht; Facundo, Oscar Rossi, Raúl Oscar Pérez, Eladio Zárate y Victorio Casa. El partido fue pobre pero jugado a muerte. Abundaron los choques, los foules y los dientes apretados. El partido se definió por un gol poco ortodoxo de Albrecht (el jugador que anuló todos los ataques racinguistas) a los 43m de la primera etapa.

El tucumano volcado en ataque por la izquierda, recibió un pase del talentoso “Coco” Rossi ejecutando un centro potente desde un ángulo cerrado, que para sorpresa general se le escapó de las manos al arquero Luis Carrizo ingresando al primer palo. Con ese gol de “biógrafo” San Lorenzo cortó la nefasta racha de 21 años sin triunfos en Avellaneda.

La victoria de San Lorenzo fue tapa de El Gráfico que llegó a titular como “Hazaña”, que los santos cortaran el hechizo de la falta de triunfos visitando a los académicos.

En San Lorenzo se comenzaba a gestar, con el afianzamiento de algunos juveniles (Telch, Casa), más los profesionales consagrados (Páez, Albrecht) y los juveniles que irían apareciendo poco después (Veira, Doval, Areán) un equipo mítico por su juego y desfachatez: los Carasucias.

 por Leandro D'Ambrosio