El silbato mágico

Luego de la sufrida clasificación de la Selección Argentina ayer ante Nigeria, el hincha argentino tiene permitido relajarse un poco, no mucho, porque el sábado se viene Francia por los octavos de final, pero lo suficiente para conocer una curiosa historia que involucra al combinado argentino, al francés y un reconocido jugador de San Lorenzo.

Para situarnos en época, debemos dar vueltas las hojas del calendario casi un siglo. Por 1930, se estaba jugando la primera Copa del Mundo en la historia del fútbol, y nuestros hermanos uruguayos eran los anfitriones. El debut argentino en el torneo mundialista por el grupo 1 no fue contra otro seleccionado que el francés, que venía de golear 4-1 a México en el partido inaugural del certamen.

Aquel 15 de julio, argentinos y franceses se debían enfrentar en el estadio del Parque Central, donde hace de local el club Nacional de Montevideo. Pero una curiosa leyenda envolvía a este recinto, y es que los mismo hinchas de Nacional decía que cada vez que pasaba un tren por las vías que bordeaban a una de las cabeceras, y el maquinista hacía sonar el silbato, un gol se marcaba casi instantáneamente en el arco más próximo. Y realmente ese arco parecía embrujado, porque no importaba la cantidad de disparos que el elenco sudamericano efectuara, el arquero Alex Thepot volaba para todos lados evitando la conquista argentina con manos, piernas, codos y hasta con el pecho.

El partido se iba esfumando y el 0-0 no parecía tener posibilidades de quebrarse. Hasta que una falta sobre el delantero albiceleste Mario Evaristo fue sancionada sobre el lado derecho del área, bastante esquinado al arco. Thepoc no se alarmó, ya que el tiro franco directo no aparentaba peligroso. Paró en la barrera a tres jugadores y él se colocó en el medio del arco, una posicion favorable para su intervención.

Quien tomó la pelota y se paró de frente al muro humano fue Luis 'Doble Ancho' Monti, en ese momento jugador de San Lorenzo de Almagro y conocido por ser un excelente futbolista, además de tener una buena y fuerte pegada. Mientras Monti se preparaba para efectuar un fortísimo remate, por detrás del arco de Thepoc pasó un tren, su maquinista, al ver el estadio repleto, hizo sonar el silbato, desatando el poder que este tenía. El mediocampista desenfundó un sólido disparo que pasó por un hueco de la barrera y se clavó en el ángulo superior derecho del arquero, que no pudo hacer otra cosa que mirar perplejo la victoria argentina.