Paulo Silas, a 30 años de su debut en San Lorenzo: “Ir al club fue una de las mejores decisiones de mi vida”
El brasileño recordó su estreno y repasó su ciclo con la camiseta azulgrana. "Fueron cuatro años de gran intensidad y de mucho cariño recibido ”, afirmó en una entrevista con Mundo Azulgrana.
El 12 de abril de 1994, Paulo Silas hizo su debut como jugador de San Lorenzo. Bien a su estilo y fiel a su jerarquía, su estreno fue con el gol del triunfo del "Ciclón" frente a Boca, en el torneo Clausura de aquel año. Así empezaba una historia que marcó la vida del brasileño, como él mismo reconoció, y de miles de hinchas que pudieron disfrutarlo dentro de la cancha.
Fueron 105 partidos, 25 goles, un título en la recordada consagración de 1995 en Rosario y magia, pero mucha magia. En una entrevista exclusiva con Mundo Azulgrana, Silas repasó su ciclo con la camiseta azulgrana y aseguró que llegar al club fue “una de las mejores decisiones” que tomó en su vida.
Se cumplen 30 años de tu debut con gol a Boca, ¿Cómo lo recordás?
El día estaba frío, la cancha no estaba tan buena y el primer tiempo no fue ni para nosotros ni para Boca. En el segundo, se da el gol con el único pase que me dio el “Pampa” en los cuatro años que estuvimos juntos (Risas). Se lo devolví con otros doscientos, pero ese pase fue el que me abrió la puerta. Yo en ese momento no me daba cuenta de la rivalidad que existía con Boca ni del tema de la paternidad, poco a poco fui aprendiendo. Ese gol me hizo entrar en el corazón de la gente y de mis compañeros. Históricamente los brasileños en Argentina son poquísimos, todos querían ver cómo uno iba a reaccionar.
Hoy es difícil imaginar la llegada de un jugador de tu jerarquía al fútbol argentino, ¿Cómo se dio en aquel entonces?
Yo tenía un apoderado, que era un tipo muy sabio. Juan Figer, uruguayo. La mayoría de las transacciones que se hacían de Uruguay para Italia o pata Brasil las hacía él. Yo empecé a trabajar con él cuando tenía 22 años. En esa época se fue Gorosito con el Beto Acosta a la Católica y quedó abierto el cupo para el diez. Ahí se dio la charla entre Figer, Miele y el Bambino. Mi apoderado me dijo que él creía que era una buena oportunidad y yo le dije que si a él le parecía bien, veníamos. Así se dio el paso para Argentina, que fue una de las mejores decisiones que tomé en mi carrera.
¿Cómo era tu vínculo con el Bambino?
Hay entrenadores y entrenadores. El primer día que nos reúnimos, un día de lluvia, fuimos a entrenar al gimnasio y el Bambino reunió al grupo antes de la práctica. Ahí les dijo a los locales que quería que nos cuidaran a los extranjeros, incluso más que a ellos mismos. Y a nosotros nos dijo que íbamos a tener las mismas oportunidades que el resto del plantel. Así fue. Yo también tuve el apoyo de Néstor Lorenzo, el actual técnico de Colombia, con quien me había enfrentado en Italia, y de Ruggeri, que también habíamos jugado en contra. Cuando vieron que yo podía ser ese conductor que había sido “Pipo”, me dijeron que no tenía que marcar mucho. Que cuando agarrara la pelota manejara el equipo. Así se fue armando y en los cuatro años que estuve, el equipo cambió muy poco.
"Pancho" Rivadero contó alguna vez que, durante la concentración en Rosario, le aseguraste que iban a ser campeones, ¿Te acordás de ese momento?
Sí, éramos una banda muy unida. En las cenas nos sentábamos en grupo y ahí se me escapó. Le pregunte si había sido campeón y cuando me dijo que no, le respondí: “Mañana va a ser la primera vez”. También cuando salimos a la cancha vinieron los alcanzapelotas a pedirme la camiseta y les dije que el primero que llegara después del partido se la llevaba, porque iba a ser una locura muy grande. Así se dio, fue una locura ese partido. El “Bambino” sabía utilizar muy bien las características de los jugadores, un fenómeno. Y éramos tan unidos que cuando no jugábamos bien, ganábamos igual.
¿Qué sentiste al ver la arenga del “Bambino” en televisión?
Cuando convocó a la hinchada y dijo lo que dijo... Ese mensaje fue también para nosotros, de parte del gran conductor y gran capitán que era él. En la semana previa al viaje a Rosario puso un pizarrón que decía: “El Diablo no fue a La Plata todavía”. Ese Gimnasia era un equipo muy muy fuerte, pero el “Bambino” sostuvo que íbamos a ser campeones, con fe, y que íbamos a hacer nuestra parte de ganar el partido. Independiente también fue valiente y se la jugó, porque podría haber aflojado. Cada fecha tuvo su importancia para ser el título.
¿Qué tan importante fue el apoyo de la gente en Rosario y para vos a lo largo de tu ciclo?
Para mí hizo la diferencia la hinchada también. Una vez que le hice un gol a Boca, en lugar de gritar “Silas, Silas”, gritaban “Brasil, Brasil”. Estaban más allá de la rivalidad y de todo. Eso fue muy lindo para mí. Mi misión en San Lorenzo trascendía ganar o perder. Y éramos un grupo total, no éramos solo los jugadores o el Bambino, todos tuvieron su participación grande en esa conquista.
¿Y con Miele cómo te llevabas?
Habló con él aún hoy, manejó un momento muy delicado de no tener cancha, con 21 años sin salir campeón, nos pagaba siempre, así sea un poquito atrasado, construyó la concentración, nunca nos faltó nada. Yo soy un agradecido por cómo condujo al club en ese momento.
¿Cómo fue tu salida del club como jugador?
Me lesioné la rodilla dos veces y ya no tenía la misma fuerza adentro de la cancha, ni la velocidad o gambeta de mis mejores momentos. Un día el “Bambino” me preguntó si quería seguir y le dije que sí, que quería, pero que lo que no quería era defraudar a la gente. No iba a poder rendir a la altura que necesitaba el equipo y “Pipo” ya había regresado. Mis ganas eran de que juntos pudiéramos conquistar cosas grandes también, pero la rodilla ya me estaba fallando. Cuando salí del club, fue el peor día de mi vida. Llegué y mi mujer pensó que había fallecido alguien en Brasil, porque yo lloraba… De la cancha a mi casa llorando, gritando dentro del coche. A mí también me sorprendió, pero fueron cuatro años de mucha intensidad, de mucho cariño recibido. Yo estaba haciendo mi trabajo, pero el cariño que recibí de la gente, hasta el día de hoy, no tiene comparación. De ningún otro lado me fui así. Cuando me preguntan por quién hincho, digo por San Pablo, porque de ahí salí, y por San Lorenzo.
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